Castillo

Castillo

viernes, 6 de julio de 2012

     Sólo el alma conoce las heridas que el tiempo grabó en mi corazón, las imágenes que quedaron perdidas por mi memoria, las secuelas que las inclemencias dejaron en mi cuerpo agotado por la edad, ya no pasada sino sufrida. Cierto es, que llorar sería derramar lágrimas inútiles a la esperanza, nada vuelve, nada se reencarna; conformarse sería abandonar la vida a la suerte ajena, nada posees, nada te viene;  Miras al destino con desafío mientras buscas fuerzas de flaqueza en el amor, amor propio, sientes el sudor frío que te recorre la espalda, helando la piel, sabes que puedes llegar a destiempo, se presenta el pánico, es tiempo del duelo interior que en su victoria nos lleva por el sendero de la existencia en reflexión, la existencia que en todo, pone la pasión.      

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